Para redefinir el valor que aportas al mundo, deberás dirigirte al núcleo del problema. Para saber cuál es este valor responde a una simple la pregunta: ¿Qué solucionas? Sería bueno que seas capaz de saber cuál es el valor real que aportas o que potencialmente puedes aportar.

A lo largo de la historia ha habido muchos cambios que han marcado grandes diferencias y de los que puedes aprender muchas cosas. Deja que te ponga un par de ejemplos: En el Londres del siglo XIX, en pleno auge victoriano, la ciudad se encontraba repleta de “taxistas” cuyo motor de trabajo eran las carrozas y los caballos. Pero alrededor del 1900 llegó un invento que revolucionó la vida de muchas personas: la propulsión a motor.

Fue un momento de desesperación para aquellos que habían basado su profesión en un modelo de negocio a punto de desaparecer. El índice de suicidios entre taxistas se disparó de forma alarmante. Muchos sintieron la presión de la decadencia de su profesión. Realmente pensaron que su trabajo ya servía de nada, pero se equivocaron.

¿Valor caduco?

Lo que caducó no fue el valor que daban a su cliente, sino la forma en que se lo ofrecían. Muchos se confundieron y pensaron que su trabajo era conducir carruajes, pero muchos otros entendieron lo que realmente eran: especialistas en direcciones.

El camino lo iban a encontrar igualmente, fueran a caballo o en coche. Los que entendieron el verdadero valor que aportaban a sus clientes evolucionaron, encontrando así un nuevo mercado en crecimiento lleno de posibilidades, una nueva forma de hacer las cosas.

En aquel nuevo sector en auge, el taxista con coche a motor, no había abandonado sus conocimientos sobre las interminables calles de Londres. Así que aprendieron a unir lo válido de lo viejo con lo necesario de lo nuevo para redefinir así su profesión.

Algo similar sucedió alrededor del 1800 con las empresa que comerciaban con hielo en los Estados Unidos: de repente, llegaron las neveras. Aquellos que invirtieron en fábricas de hielo más eficaces y en formas de transportar el hielo más deprisa, fracasaron estrepitosamente En cambio, los que comprendieron que lo que estaban vendiendo era frío, detectaron la oportunidad, cambiaron su modelo de negocio y se expandieron triunfantes vendiendo neveras.

Redefinir

Analiza bien estos ejemplos y hazte de nuevo la misma pregunta: ¿Cuál es el valor que aportas a tus clientes. Revisa cada detalle e identifica dónde está la oportunidad en esos cambios que tanto te molestan.

El mundo en el que vivimos está en constante movimiento, y tanto movimiento lleva irremediablemente a algunos cambios. Déjame decirte que estamos en un momento apasionante, pero eres tú quien lo debe comprender para poder redefinir tu negocio. ¡Nadie lo puede hacer por ti!

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